Los motores bóxer caracterizaron la primera parte de la historia de Volkswagen, impulsando toda la producción de la marca hasta los años 70, que entonces incluía modelos derivados más o menos directamente del Beetle, incluidos los vehículos comerciales.
La empresa hizo la revolución a partir de 1973 al introducir, con el Passat, el Golf y el Polo, coches con una arquitectura más moderna, tracción delantera y motores en línea refrigerados por líquido, aunque la historia del cuatro cilindros bóxer refrigerado por aire continuó en México y Sudamérica hasta principios de la década de 2000. Entretanto, sin embargo, también hubo una serie de bóxer 'refrigerados por agua' vinculados a un modelo concreto.
El último Transporter 'todo atrás'
El modelo en cuestión es el Transporter de tercera generación o T3, producido desde 1979 hasta principios de los 90, también en versiones Caravelle y Vanagon, en Hannover y después en Graz en Steyr y de nuevo durante unos años en la fábrica sudafricana de Uitenhage (ahora Kariega).
Inicialmente, el modelo siguió la estela de su predecesor, el T2, del que derivaba, confirmando los motores bóxer de 1,6 y 2,0 litros refrigerados por aire, pero a partir de 1982 comenzó a ofrecerse en determinados mercados una nueva serie de propulsores, de nuevo en torno a los 2,0 litros pero con refrigeración líquida. Tenían diversos códigos, correspondientes a las variantes de combustible (carburadores o inyección electrónica) y potencia (de 60 a más de 90 CV), pero características comunes.
El primero que se fabricó tenía una cilindrada de 1,9 litros, 1.914 cm3 para ser exactos, un diámetro de 94 mm y una carrera de 69, y contaba con un bloque de cilindros, culatas y pistones de aluminio fundido a presión, un cigüeñal plano de acero forjado apoyado en cuatro soportes de cigüeñal y relaciones de compresión que iban de 7,5:1 a 8,6:1, según la alimentación y la versión.
Al igual que los bóxer refrigerados por aire, éste también tenía un único árbol de levas central con tres apoyos, accionado por engranajes directamente desde el cigüeñal, y dos válvulas por cilindro controladas por bielas y balancines. Las variantes más longevas fueron las versiones básicas de carburador con 60 y 77 CV, que se mantuvieron en producción durante todo el período comprendido entre 1982 y 1992.
El 2.1
Del 1.9 se derivó una versión de 2,1 litros, con una carrera alargada a 74 mm y una cilindrada de 2.109 cm3. Se fabricaron cuatro variantes de potencia diferentes, de 87 a 111 CV, con relaciones de compresión de 9:1 ó 10:1 y todas con inyección de combustible, desde 1984 hasta 1992, año en que esta serie de motores dejó de producirse.
Aunque robustos, algunos de estos motores sufrieron a lo largo de su carrera problemas con el sistema de refrigeración debido a su construcción. Tenían camisas de hierro fundido insertadas en el bloque de cilindros con una cámara externa por la que circulaba el agua, pero las juntas de estas camisas tendían a desgastarse con bastante facilidad, al igual que el sistema de refrigeración, susceptible a la corrosión en presencia de ciertos tipos de refrigerante que contuvieran fosfato.
Volkswagen también convirtió a refrigeración líquida las últimas series del T2, producidas en Brasil a partir de 2005 para cumplir la normativa de emisiones, pero con unidades de distinto origen.
Noticias relacionadas