Bien es sabido que en cualquier familia suele haber una oveja negra que no es igual de querida que el resto. Existen ejemplos de esto en sagas míticas, como es el caso del Ford Mustang del año 1974, de la tercera generación del Volkswagen Golf o del Porsche 911 996.
Precisamente ahora que este último cumple 25 primaveras, hemos querido repasar la historia de un modelo que resultó muy controvertido por varios motivos, tanto conceptuales como puramente estéticos. Aun así, resultó ser un modelo que aseguró la supervivencia a largo plazo del famoso Porsche 911, y del que entre los años 1997 y 2005, la marca fabricó 175.262 ejemplares.
Entre los aspectos que hicieron del 996 el patito feo de la familia 'Nueveonce' estaban sus característicos faros de estilo 'huevo frito', unos materiales algo mediocres para lo que quizá debían haber sido y, sobre todo, el salto a la refrigeración por agua que dejó atrás la hasta entonces habitual refrigeración por aire de los 911.
Con esta quinta generación del 911, denominada Tipo 996, Porsche se atrevió a romper por fin, en 1997, con la refrigeración por aire, algo que enfureció a los más puristas, dado que el 996 perdió parte del encanto de los Nueveonce clásicos, que llevaban 34 años con refrigeración por aire.
La atención de la marca se centró en reducir los costes de producción, algo que ya se inició con su predecesor, mediante una mayor compatibilidad de piezas con otras series de modelos, como el por entonces nuevo Boxster, cuya estética resultaba también similar a la de este 996, que reinterpretó el diseño clásico del 911 y logró un Cx de 0.30.
Los polémicos faros de 'huevo frito' con intermitentes integrados, fueron objeto de rechazo por parte de muchos aficionados, hasta el punto de que Porsche se vio obligado a cambiarlos con el primer restyling del modelo.
El modelo también creció con respecto al 993, en concreto 18,5 centímetros en longitud y 3 en anchura, mientras que, por segunda vez en la historia de la serie de modelos, se amplió la batalla o distancie entre ejes. De este crecimiento se benefició también el interior, que ofrecía mayor espacio para sus ocupantes. También contó con un nuevo salpicadero, con una disposición novedosa para los cinco relojes de la instrumentación.
Como hemos dicho, la principal revolución la encontramos en la zaga, en concreto en el motor bóxer, que aunque mantuvo su clásica configuración de seis cilindros, se pasó a la refrigeración líquida para atenerse a las normativas de emisiones. El bloque, de 3,4 litros, alcanzaba los 300 CV de potencia, tanto como en el legendario 911 Turbo 3.3
Tras el restyling se pasó a un 3,6 litros de 320 CV, que llegó incluso hasta los 345 CV en el año 2003, en una edición especial 40 aniversario del 911. También hubo en la gama un 911 Turbo refrigerado por agua, cuyo seis cilindros bóxer biturbo de 3,2 litros, utilizado por el 911 GT1 que ganó Le Mans en 1998, llegaba hasta los 420 CV. Fue el primer coche de producción de Porsche que superó la marca de los 300 km/h de velocidad punta.
En esta generación existió también un 911 GT2, capaz de ofrecer 484 CV de potencia y equipado por primera vez con discos de freno PCCB carbocerámicos de serie. Con el mismo motor pero sin sobrealimentación, el 911 GT3 pensado para circuito alcanzaba los 360 CV inicialmente, aunque más tarde llegó a los 381 CV. La versión RS llegó en 2003, con una puesta a punto todavía más agresiva.
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